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Alejandro De la Garza

23/11/2024 - 12:02 am

Con hombres ni citas, ni sexo, ni boda, ni hijos

«Sus cuatro negativas representan un símbolo poderoso de rechazo al ‘modelo femenino’ impuesto por el patriarcado».

«El 4B surgió ante un feminicidio perpetrado en 2016 que potenció sus demandas». Foto: DW

El sino del escorpión leyó con interés la crónica del movimiento feminista sudcoreano 4B, referido a las cuatro actividades que sus integrantes se niegan a realizar: no tienen citas con hombres (biyeonae), ni relaciones sexuales (biseksu), ni se casan (bihon), ni tienen hijos (bichulsan). Estas medidas no resultan radicales en una sociedad tan misógina como la de Corea del Sur, con elevada violencia doméstica y de género, donde es común el desplazamiento forzado de las mujeres hacia roles sociales secundarios y donde la brecha salarial es de tres a uno.

Al arácnido no lo sorprende esta decisión vital del feminismo sudcoreanas porque el 4B surgió ante un feminicidio perpetrado en 2016 que potenció sus demandas. Sus cuatro negativas representan un símbolo poderoso de rechazo al “modelo femenino” impuesto por el patriarcado. Pero el alacrán también observa esta radicalización como una respuesta feminista que se extiende por el mundo ante la reorganización a contracorriente de los impulsos machistas y misóginos alentados por los hombres a quienes el feminismo ha asustado y han optado por crear la denominada “androsfera”: todo un entorno virtual de foros, podcast, cuentas de YouTube, mensajes en TikTok y XTwitter para defender “su masculinidad”, o aquellos otros que incluso se han convertido en influencers, comediantes o estandoperos dispuestos a defender ferozmente su versión de la masculinidad del “avasallamiento feminista”.

La solución a sus inseguridades a menudo implica criticar la política de género progresista que, argumentan, es perjudicial para hombres y mujeres. En Estados Unidos, este entorno virtual misógino fue un pilar importante durante la campaña de reelección de Trump: podcasters, youtubers, creadores de contenido e influencers como Adin Ross o Theo Von, pero sobre todo Joe Rogan, funcionaron como líderes misóginos de la androsfera y activistas por la masculinidad ante sus decenas de millones de seguidores.

El venenoso no daba crédito cuando llegó el clímax de esta campaña y Trump dijo en un discurso que él protegería a las mujeres “aunque no quisieran”, “que no volverían a estar abandonadas, solas, temerosas o en peligro” y que “ya no sufrirían ansiedad por los problemas de su país”. “Bajo mi mandato”, aseguró, “las mujeres serán más saludables, más felices, más confiadas y libres”. 

En México también tenemos una buena colección de “influencers de la misognia” que atraen a adolescentes y hombres jóvenes ofreciendo consejos para un nuevo “empoderamiento” masculino basado, paradójicamente, en un mayor control de las mujeres. Estos influencers tendrían un efecto negativo en las actitudes, creencias y expectativas de los hombres jóvenes sobre los roles de género y las relaciones románticas, amistosas o hasta familiares entre hombres y mujeres. Aquellos que se sienten presionados por las expectativas sobre su masculinidad son muy susceptibles a esta influencia. Esto incluye a hombres jóvenes socialmente aislados o excluidos, o aquellos vulnerables ante sus compañeros porque éstos esperan y celebran en él formas de masculinidad basadas en el dominio, el control, la fuerza, la heterosexualidad y el éxito con las mujeres jóvenes.

El venenoso recuerda el caso de Elliot Rodger, un joven estadounidense de 22 años de California, que en 2014 apuñaló a sus dos compañeros de departamento y a un visitante, luego condujo hasta su fraternidad universitaria Alpha Phi para iniciar un tiroteo en el que mató a seis personas más e hirió a otras catorce. En un comunicado enviado por YouTube durante los mismos hechos, Rodger explicó que se trataba de su “día de venganza”, cuando finalmente iba a cobrarle a la humanidad entera el hecho de ser rechazado sexualmente por mujeres que preferían estar con hombres más atractivos que él. Rodger finalmente se suicidó estrellando su auto luego de un enfrentamiento con la policía local.

Otro caso ocurrió poco después, ese mismo año, en Toronto, Canadá, donde Alek Minassian de 25 años atropelló deliberadamente a un grupo de peatones dejando diez muertos y 15 heridos. Antes de perpetrar el ataque, el joven dejó un mensaje en Facebook donde aseguró: “¡La ‘Rebelión Incel’ ya ha comenzado! ¡Saluden todos al supremo caballero Elliot Rodger!”. El críptico mensaje se refiere con Incel a los Involuntary celibate, los conocidos como “célibes involuntarios”, quienes creen que el mundo es injusto contra los hombres heterosexuales poco atractivos, y por ello buscan apoyo y se reúnen en foros y redes sociales. Las actitudes de los hombres que se definen a sí mismos como incel varían, pero la mayoría ventila su frustración sexual, denigra a las mujeres y al feminismo, y a los hombres y mujeres con una vida sexual activa.

Pero volviendo a México, el alacrán aún recuerda la terrible frase “Una mujer menos para maltratar”, soltada como si nada por Adrián Marcelo, un estandopero, comediante y partícipe del espectáculo televisivo La Casa de los Famosos, quien se considera a sí mismo un humorista duro por hacer bullying y hostilizar a las mujeres con sus “bromas”. Esa frase le costó la expulsión de aquel show televisivo, pero nada más. Y cómo olvidar a Luis Castilleja, mejor conocido como El Temach, en diversas ocasiones tachado de misógino y machista al alentar actitudes violentas en contra del sector femenino y cuyo público principal son los hombres “heridos por malas mujeres”. De acuerdo con sus palabras, él es una especie de guía influencer, que invita a todos sus seguidores a empoderarse y a ser mejores con el único objetivo de conseguir a una mujer.

Estos influencers presentan una celebración de la masculinidad que legitima y agita el resentimiento masculino hacia las mujeres. Los influencers de misoginia aseguran que los hombres jóvenes están siendo silenciados especialmente por personas que consideran “feministas odiadores de hombres”. Sus postulados básicos serían: antifeminismo y negacionismo de la violencia de género y machista. Victimismo narcisista mezclado con sentimiento de pérdida de derechos y privilegios. Una rigurosa vigilancia homosocial de la masculinidad y el uso de argumentos biologicistas para explicar el sistema de género.

Lo dicho por las feministas surcoreanas del 4B aquí cobra razón: Con (estos) hombres ni citas, ni sexo, ni boda, ni hijos.

@Aladelagarza

Alejandro De la Garza
Alejandro de la Garza. Periodista cultural, crítico literario y escritor. Autor del libro Espejo de agua. Ensayos de literatura mexicana (Cal y Arena, 2011). Desde los años ochenta ha escrito ensayos de crítica literaria y cultural en revistas (La Cultura en México, Nexos, Replicante) y en los suplementos culturales de los principales diarios (La Jornada, El Nacional, El Universal, Milenio, La Razón). En el suplemento El Cultural de La Razón publicó durante seis años la columna semanal de crítica cultural “El sino del escorpión”. A partir de mayo de 2021 esta columna es publicada por Sinembargo.mx

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